Todos venimos del uno.
Esta unidad es un vacío absoluto del cual fluyen las vibraciones que
nos construyen. Estas vibraciones comienzan a bifurcarse separándose
en distintos sentidos, construyendo toda nuestra realidad
perceptible.
Todos
experimentamos el comienzo del universo apenas nacemos. Debido que
hasta los 4 meses no podemos distinguir un sentido del otro,
confundimos tacto con gusto, vista con audición u olfato, etc. Muy
pronto, de la misma forma que el mundo es una bifurcación de
millones de especies que evolucionaron a partir de un mismo organismo
unicelular prehistorico, nuestros sentidos también comienzan a
separarse, edificando nuestra experiencia sensorial actual.
A decir verdad
no existen diferencias entre la construcción del cosmos y nuestra
vida individual. Ambos somos un mismo ser. Y esta verdad es revelada
cuando experimentamos un estado de conciencia sinestesico.
Nuestra
infancia es como el núcleo de una célula, el código genético que
hace posible nuestra experiencia actual. El tallo base donde se
apoyan todas nuestras ramificaciones sensoriales, toda nuestra
concepción de la realidad, el principio del universo.
Los primeros
recuerdos de nuestra infancia aun existen en nuestra memoria
inconciente. Los mismos viajan como luces de estrellas por el
“espacio” del tiempo. Estos recuerdos son el tiempo en si mismo,
la materia de la que el mismo esta hecho. Son quienes construyen
nuestro sentido de la temporalidad… quienes dibujan y
expanden el espacio de nuestro cuerpo y personalidad… las
luces viajantes de nuestro propio microuniverso. Somos completamente
incapaces de recordar concientemente sentimientos o pensamientos
pertenecientes a nuestra infancia temprana, con excepción de algunos
pequeños detalles o episodios traumáticos. Sin embargo, los
recuerdos aun se encuentran allí, intactos; y su esencia aun nos
condiciona, aunque solo podamos percibir a la misma de igual forma
que percibimos la tenue luz de una estrella lejana. Nuestras memorias
existen en forma de trillones de luces creando el cielo nocturno de
nuestra propia cognición.
Es preciso
comprender que todo el exterior perceptible es nuestro inconciente
reflejado, ya que si estuviéramos perfectamente concientes de
nuestra realidad, el exterior no podría existir, sino que
experimentaríamos absolutamente todo el plano material como partes
indivisibles de nuestro cuerpo único. Por lo tanto todo aquello que
podemos percibir externamente, animales personas, objetos, insectos,
cuerpos celestes, fenómenos cosmológicos, son solo reflejos de
nuestros aspectos psíquicos de los cuales aun estamos inconcientes.
De esta forma viajar a otros mundos o desplazarse
por el tiempo resulta muy sencillo.
Nuestro cuerpo físico
esta construido por sensaciones, por nuestros sentidos bifurcados que
crean nuestra percepción, cognición, y hacen posible nuestra
experiencia humana. Inducirse a un estado sinestesico nos conduce
hacia la homogenización de los sentidos… de manera que
comenzamos a regresar por el mismo camino que transitamos en sentido contrario.
Un estado
sinestesico profundo es la base de toda nuestra experiencia humana.
Es por esa razón que algunos autistas como los savants, pueden
realizar cálculos matemáticos asombrosos, ya que la sinestesia
funciona espontáneamente en sus mentes y ellos pueden leer las
soluciones a los problemas en forma de colores, de igual modo que si
una inteligencia extraterrestre les mostrara la respuesta. Las leyes
físicas de nuestro universo son creadas por nuestra propia
inteligencia inconciente, por nuestra propia sinestesia edificadora
de la “realidad”, ya que esta, al bifurcarse, crea nuestros
sentidos, a traves de los cuales desarrollamos nuestra cognicion, por
medio de la cual, a su vez, se hace posible la existencia del mundo
exterior; de esa forma a través de un estado sinestesico de
conciencia nos resulta natural y sencillamente posible solucionar
problemas matemáticos sin esfuerzo, o aprender a hablar
perfectamente un idioma en apenas unos días. No se requiere de
ningún esfuerzo, sino solo soltarse hacia la profunda inteligencia
espontanea del caos. También es el caso de los chamanes, quienes
pueden hallar objetos perdidos, descubrir o incluso curar la
enfermedad de alguien mas induciéndose a un estado sinestesico por
medio de alguna planta enteogencia. Este logra moverse fácilmente a
través de la materia, ya que la ilusión física se disuelve en su
propia conciencia, en su sinestesia, en su identidad fusionada con el
plano físico. Por lo tanto, solo debe moverse a través de su cuerpo
universal.
El chaman, con la
percepción unificada de un dios, puede hallar un objeto extraviado
debido a que dicho objeto esta situado en su interior. En formas
sinestesicamente representativas el mismo revela su ubicación como
si se tratase de un mensaje enviado en códigos lumínicos por una
forma superior de inteligencia.
De la misma
manera que podemos movernos por el espacio, durante un estado
sinestesico también podemos desplazarnos por el tiempo, ya que en
dicha profundidad ambos (tiempo y espacio) comienzan a ser una misma
cosa.
Al observar
una estrella con un telescopio muy poderoso vemos una imagen
amplificada de la misma. La imagen no nos muestra el tiempo presente
de aquella estrella, sino su pasado. Vemos una estrella prehistórica
en el firmamento, ya que la luz ha viajado durante miles de años a
través del oscuro espacio hasta llegar a nuestro planeta.
Nuestros
recuerdos también han viajado durante años a través del
oscuro espacio de la mente, y sus luces aun llegan hasta la
superficie de la misma, decorando nuestra personalidad, nuestra
psiquis y estructura física con su influencia. Ellos son el diminuto
codigo binario que construye nuestra experiencia actual. Ciertamente,
al igual que cuando miramos el cielo, apenas podemos visualizar los
minusculos brillos de nuestras memorias pasadas. Sin embargo al
inducirnos a un estado sinestesico como puede ser a través de alguna
sustancia, amplificamos todas las actualmente diminutas sensaciones
casi olvidadas de nuestra infancia. A diferencia del torpe, oscuro e
infeliz psicoanálisis, los estados sinestesicos se convierten en un
viaje directo a la experiencia sensorial infantil. Un autentico viaje
psicológico por el tiempo, el cual nos permite investigar con
absoluta precisión, la construcción de nuestra personalidad, la
originación de nuestros traumas, e incluso la forma de resolverlos.
Esto es idéntico a viajar con una maquina psicológica y emocional a
través del tiempo. Podemos entonces destrabar nuestros traumas
psicológicos, y regresar a la superficie de nuestra mente
liberados, sintiéndonos tan suaves como si los mismos jamás
hubieran ocurrido.
La razón por
la cual no podemos liberarnos de nuestros traumas en el presente se
debe a que experimentamos una ramificación emocional muy extensa del
trauma, un crecimiento del mismo. Mientras que la raíz se halla
intacta, completamente alejada y a salvo de nuestra mente conciente,
escondida en el pasado, llegando a nuestra mente superficial como
apenas un diminuto brillo, una pequeña sensación, o una
ramificación de múltiples frágiles sensaciones, las cuales no son
claras y no podemos reproducir.
La sinestesia
amplifica la actividad sensorial de la infancia, el origen de nuestra
personalidad actual. Por medio de la amplificación de cualquier
sensación que experimentemos en el presente podemos llegar al estado
de conciencia infantil. Todas las sensaciones conducen a la niñez,
todas nuestras ramificaciones contienen la misma raiz. Ya que cuando
éramos niños, antes de que nuestros sentidos se bifurcaran
demasiado, éramos mucho más sinestesicos. Por lo tanto no existe
casi diferencia alguna entre experimentar un profundo estado
sinestesico y regresar al estado de conciencia infantil. La única
diferencia, es que al hacerlo, la mente conciente, superficial y
actual es la que interpreta todo este viaje. Por lo tanto esto crea
una paradoja evolutiva. Nuestra cognición adulta se mezcla con
nuestra actividad sensorial infantil unificada. Es por ello que
ocurre el fenómeno que interpretamos como sinestesico. Cuando somos
niños no somos exactamente sinestesicos, sino que nuestros sentidos
se hallan mas unificados.
La sinestesia enteogenica
ocurre al unificar ambos polos, nuestra cognición adulta, (nuestra
mente superficial, bifurcada, multisensorial) con los recuerdos
unificados de la infancia. Esta fusión crea un despliegue
interminable de patrones, un lenguaje de espontaneidad absoluta, de
infinitas representaciones, devastando suavemente la torpe modalidad
de pensamiento forzada y unipolar de los seres humanos. La
inteligencia consciente encontrando y conscientizando la inteligencia
inconciente que la construyó y de la cual forma parte. Esta
actividad sinestesica es la base creadora de la futura mente de la
humanidad.
VIAJE FISICO POR EL TIEMPO
Aunque solo hemos
mencionado que es posible viajar por el tiempo con la psiquis y las
emociones, es también posible hacerlo físicamente. Ya que mente y
materia son lo mismo. E=mc2 significa que la materia disparada
a la velocidad de la luz es energía. Solo se trata de una cuestión
de velocidades. Cuando nuestro pensamiento alcanza un estado de
conciencia paradójico, la unipolaridad humana (que hace posible la
realidad física perceptible) se disuelve, nuestra mente es disparada
a la velocidad de la luz y el cuerpo físico desaparece. Es entonces
cuando nuestros sentidos comienzan a desintegrarse, mezclarse y
perderse regresándonos emocionalmente a nuestra infancia. Sin
embargo si esta experiencia se intensifica aun mas, podemos llegar a
rematerializarnos literalmente, y sin perder nuestra cognición
actual en otro espacio físico en el cual hemos vivido antes.
El pasado no es algo que ha
simplemente ocurrido. O bien jamás sucedió, u ocurre constantemente
durante toda la eternidad. Un segundo es eterno, pero nosotros
pasamos muy rápidamente a través de el. El mismo segundo sigue allí
inmóvil, estático, pero nuestra mente se ha alejado. Hemos crecido
como un árbol… y nuestra última hoja naciente (nuestra
mente actual) se halla extremadamente lejos de nuestras raíces. Sin
embargo desde un punto de vista quintudimensional nuestras raíces
siguen allí y forman parte de nuestro entero, alimentan y
condicionan nuestra experiencia presente.
La mente recepciona todas
nuestras experiencias igual que una computadora. Incluso en este
mismo instante ingresan un montón de diminutos detalles en tu campo
visual de los cuales no sos conciente. Como una diminuta mancha en la
pared, o una marca en la madera de la puerta. Posiblemente jamás te
hayas siquiera percatado de ellas. No obstante, tu mente inconciente
si lo hizo. Con sus archivos profundos la misma es capaz de
reproducir en forma exacta cualquier cosa que haya experimentado,
incluso aunque no la recuerdes concientemente, incluso cosas que
jamás hayas registrado concientemente. De hecho ahora mismo, nuestra
existencia material podría ser la reproducción de un simple
recuerdo inconciente. Tanta información recibe la mente en un
segundo, que procesarla toda nos llevaría una eternidad,
literalmente. Un solo segundo de información podría llevarnos vidas
y vidas enteras de experimentación conciente. La mente recibe mucha
mas información de la que puede procesar. Y es por eso, que en sus
cómputos, se halla la construcción de todo el plano físico
perceptible, nuestra experiencia sensorial, el tiempo, y experiencia
humana.
Viajar por el tiempo físicamente es
posible si uno amplifica las sensaciones de la infancia. En este caso
la amplificación tendrá que ser demasiado intensa, tanto que lo que
antes experimentábamos como un regreso a emociones pasadas,
terminara siendo un retorno físico a un determinado momento y lugar
en la infancia.
La mente posee en sus registros
hasta el mas diminuto detalle, recibido en cada absoluta fracción de
segundo desde nuestro nacimiento hasta la actualidad (también desde
antes de nuestro nacimiento por supuesto, pero ahora no analizaremos
eso). Ella puede recrear cada detalle al punto de reproducir el
pasado en forma exacta sin que exista diferencia alguna con la
experimentación real del presente. Esto seria entonces un autentico
viaje físico por el tiempo, y no solo un recuerdo del pasado, ya que
el presente también es una reproducción de la mente, basada en
recuerdos almacenados en el inconciente, desplegados por nuestra
inteligencia caótica interna, por los cómputos sinestesicos de
nuestra mente profunda.
Sin perder nuestra apariencia
actual podríamos sentarnos en los bancos de nuestro jardín de
infantes o presenciar nuestro propio nacimiento. Por medio de la
información recibida a nuestra mente inconciente en el pasado y
almacenada en la misma, podemos recrear aquel momento.
Parecería imposible observar
algo como nuestro propio nacimiento, ya que no lo hemos registrado en
la conciencia cuando niños, sin embargo nuestro oído, ojos, tacto,
gusto y olfato han estado abiertos a aquella experiencia y toda la
información ha penetrado por medio de ellos. Es por esa razón que
podríamos estar de pie en la sala de parto en el momento que
nacimos. Ahora ya hemos desarrollado la interpretación visual,
auditiva, etc. Viajando por los conductos sinestesicos hemos de
regresar a la memoria sensorial infantil reinterpretándola con
nuestra cognición y mente actual. Abriendo nuestros ojos adultos en
nuestra experiencia infante.
Tal es el caso de Daniel Siebert, quien
tras usar un extracto puro de 2mg de salvia divinorum (una dosis
exageradamente elevada) vivenció una regresión física por el
tiempo. Esta sustancia puede conducirnos en cuestión de segundos,
desde nuestra sensaciones actuales hasta el origen de las mismas,
llevándonos a experimentar psicológicamente nuestros primeros años
de vida.
Mientras que esta experimentación
psicológica puede ocurrir usando una dosis moderada, una tan elevada
como 2 mg puede recrear una experiencia completamente real.
A continuación, la experiencia de Siebert...
“De
pronto me encontré en un confuso e inestable estado de conciencia
sin idea alguna sobre a dónde habían ido mi cuerpo y para el caso,
mi universo... Sabía que algo había salido mal y desesperadamente
quería regresar al mundo "real". Buscaba en mi memoria
tratando de recordar mi sala. Estaba sentado en ella justo antes.
Trataba de recordar la posición de mi cuerpo. Cualquier cosa, sólo
algo que me hiciera reconectarme con el mundo "normal".
Pero entre más buscaba un pequeño rastro de "normalidad"
para aferrarme a él, más se me mostraba otra cosa. En algún punto
pensé que lo que había dejado atrás en realidad no existía. Era
sólo un sueño efímero… Así es que decidí detener mi pánico y
simplemente relajarme. Después de todo no había lugar al cual
regresar. Estaba totalmente convencido de que ese estado de
conciencia era todo lo que siempre había existido...
De
repente me encontré parado en la sala. Los efectos de la sustancia
se estaban desvaneciendo. La confusión se disipó y regresé al
mundo físico. Miré a mi alrededor feliz de estar de regreso. ¡Pero
vi que algo estaba mal! Esa no era mi sala. Era la sala de mis
difuntos abuelos maternos. Y estaba amueblada como estaba cuando era
niño, no como después lo estuvo. Lo más extraordinario era que era
el mundo real, no un recuerdo o una visión. Yo estaba realmente
allí, y todo era tan sólido como el sillón en el que estoy sentado
ahora. De repente me di cuenta de que aunque me las había arreglado
para regresar a mi cuerpo, de alguna manera había terminado
regresando a un punto equivocado en la línea temporal de mi
existencia física. Estaba convencido de que me hallaba atorado en
esta situación y que tendría que continuar mi vida desde este punto
en mi pasado. Me invadió el pánico, traté desesperadamente de
recordar dónde se suponía que debería de estar. Perdí nuevamente
la conciencia de mi mundo físico, y me encontré otra vez sin
cuerpo; perdido. Entonces ocurrió de nuevo. Me encontré a mi mismo
rearmando mi conciencia en el mundo real. Y otra vez, tan pronto como
vi todo con claridad, me di cuenta de que aquella no era mi casa, era
la de un amigo mío. Entonces otra vez me entró el pánico y perdí
la conciencia.
El
ciclo se repitió al menos 7 u 8 veces. Siempre me encontraba en un
cuarto familiar. Algunos de estos lugares eran de mi infancia y
algunos de mi pasado más reciente. En ese estado coexistían todos
los puntos temporales de mi historia personal. Uno no antecedía al
siguiente. Aparentemente, si lo hubiese deseado, podría haber
regresado a cualquier punto de mi vida y habría estado realmente
allí, porque realmente estaba sucediendo allí mismo... Entonces, en
algún punto realmente me encontré de nuevo en mi casa… el mundo
físico comenzó a funcionar correctamente de nuevo. Conforme el
efecto comenzó a ceder… recordé que había probado un extracto y
que éste debía ser responsable de lo que me acababa de ocurrir, me
sentí extático. Literalmente estaba saltando de alegría. Quería
decir "¡¡¡Eureka!!!". Caí de bruces en la esencia
psicodélica de la Salvia divinorum. Tomé una pluma y traté de
escribir unas cuantas notas mientras la experiencia seguía fresca.
La primera cosa que escribí en letras GRANDES fue: "ES LA
LOCURA TOTAL". Después: "RAZGANDO LA TELA DE LA REALIDAD".
Después: "Esto es demasiaaaaaaado fuerte. Es razgar la tela de
la existencia. Es la locura. ¡Gracias a Dios que sólo duró 10 - 15
minutos!"… No me podía estar quieto. Tan pronto como me
sentaba me sentí impelido a levantarme.”
Debemos comprender que los
objetos no existen verdaderamente, el mundo que observamos no son mas
que sensaciones. Un placard nos produce una sensación, un auto otra,
las mismas son tan diminutas e inconcientes que no podemos
percatarnos de ellas, sin embargo si no sintiéramos al auto no
podríamos verlo, ver y sentir es exactamente lo mismo, la visión es
mera sensación, también la audición y el resto de los sentidos.
Por lo tanto el plano físico no esta compuesto mas que de
sensaciones. Todos los objetos externos que percibimos son solo
sensaciones, y es por esa razón que han de quedar archivados en la
mente. Igual que un video juego codificado en un pequeño disco. Si
no lo reproducimos, no lo podemos ver. No podemos jugarlo en el
diminuto código invisible impreso en el disco, necesitamos
reproducirlo para que tenga sentido, en caso contrario es invisible.
Lo mismo ocurre con nuestra memoria inconciente. La misma puede ser
reproducida a la perfección, siendo absolutamente real.
La mente de Siebert reprodujo la
antigua casa de sus abuelos, hasta en sus mas infimos detalles,
siendo para el una experiencia real y tangible para todos sus
sentidos, sin ninguna diferenciación con la “realidad”. Aquello
ocurrido no fue una alucinación; fue un verdadero viaje por el
tiempo. Una reproducción compleja de recuerdos, que llegó a
realizarse materialmente, violando las leyes del tiempo.
El plano físico es una serie infinita
de sensaciones que quedan almacenadas, codificadas sinestesicamente
en la mente…. El pasado físico existe como un archivo diminuto
codificado eléctricamente en nuestra memoria, y de la misma manera
que un disco es capaz de reproducir la imagen de una película
cifrada en ceros y unos, nosotros podemos también reproducir los
archivos de nuestra memoria, las sensaciones de los objetos
registrados en el inconsciente, regresando literal y realmente al
pasado vivido. Al amplificar una sensación comenzamos a sentir un
olor o ver una imagen. Mientras mas se intensifica mas tangible se
vuelve aquella imagen. Si logramos penetrar con una profundidad
quántica en estas sensaciones los objetos relacionados con ellas
comienzan a aparece no solo como imágenes proyectadas en nuestra
mente, sino que se vuelven tangibles.
Vale aclarar, que
del mismo modo, cualquier tipo de “alucinación” que tengamos
durante una experiencia enteogena no es más que la amplificación de
alguna determinada sensación física; del contenido mental
magnificado, adquiriendo una forma arquetípica; tomando una
apariencia interpretable visualmente, exhibiéndose con aspecto de
“deidad”. Una sensación mostrando otra dimensión de si
misma, en la cual posee imagen, cuerpo y personalidad. Posiblemente
las mismas adquieran la apariencia de animales, extraterrestres,
formas geométricas, cuerpos celestes, algún dios... El universo
mismo reside en nuestro interior, y no es mas, que nuestro
microcosmos sensorial traduciéndose externamente en imágenes,
aromas, sonidos... ya sean físicos y tangibles (creando la
“realidad” física en el estado de vigilia) o
“alucinógenos.”
Los objetos que vemos todos los días, son sensaciones visuales fuertes, burdas, los objetos que podemos tocar son fuertes sensaciones táctiles.
La razón por la que un viaje por
el tiempo no podría ser menos real que nuestro tiempo presente en el
plano físico se debe a que el tiempo presente también es una
ilusión de la mente. Los objetos son proyecciones estables. La
física quántica ha descubierto que los electrones funcionan como
partículas y como ondas en simultáneo, dependiendo únicamente del
observador. Si un ojo humano los observa, los mismos adquieren una
ubicación determinada, presentándose como materia, en cuanto
dejamos de mirar cambia su función al de una onda. Por lo tanto,
cuando no observamos algo el mundo material deja de existir, se
convierte en ondas. Eso revela que el plano físico en realidad no
existe, o más bien es relativo a la percepción de cada expresión
individual del ser. Existiendo para nosotros como una conspiración
sincrónica de nuestro inconciente colectivo, en donde todos los
humanos interpretamos las mismas formas. De esta manera logramos
comprendernos y formar parte de una misma especie. A pesar de
experimentar individualidad, compartir estas asociaciones sensoriales
con otros individuos nos convierte en un solo ser unificado, en una
especie determinada, creando la ilusion de realidad de este mundo que
todos compartimos, que todos los humanos interpretamos básicamente
del mismo modo. No obstante, es importante comprender que los objetos
perceptibles y todo el plano físico son una alucinación
sinestesica, la materialización de determinados recuerdos
sensoriales archivados en nuestra memoria cósmica, la reproducción
de nuestro código binario hecho de polos opuestos. Por lo tanto, una
amplificación radical y extrema de las sensaciones del pasado
resulta en un autentico viaje a través del tiempo; hacia
cualquier momento de nuestras vidas, o hacia cualquier espacio,
realidad o dimensión existente en nuestro peregrinaje cósmico La
materialización exacta de nuestras sensaciones (objetos y
realidades) pasadas, tal cual las reprodujimos en aquel entonces.
Poseemos un cuerpo y cognicion hechos de sensaciones... hechos de memorias